JESÚS J. BOYERO
El cisma del ajedrez que comenzó cuando el ruso Gari Kasparov abandonó la Federación Internacional (FIDE) en 1993 ha terminado definitivamente hoy con la victoria del gran maestro indio Viswanathan Anand, de 38 años, afincado en la localidad madrileña de Collado Mediano desde 1991, sobre el ruso Vladimir Kramnik por 6,5-4,5, en el encuentro disputado al mejor de 12 partidas en Bonn (Alemania). La victoria ha reportado al campeón un premio de 750.000 euros.
Kramnik, por primera vez desde que derrotase al ruso Gari Kasparov en Londres 2000, ha reconocido que ya no es el campeón del mundo de ajedrez clásico, o lo que es lo mismo, que no es el portador por línea directa de la corona que se ciñó por vez primera el austriaco Wilhelm Steinitz en 1886, y que más adelante poseyeron mitos como el cubano José Raul Capablanca o el estadounidense Bobby Fischer. Todo esto pese a que el pasado año, en un campeonato del mundo jugado bajo el formato de torneo, quedó subcampeón.
Anand, ante un triunfo que engrandece aun más su brillante palmarés, manifestaba: “Estoy feliz por haber ganado al jugador más fuerte de duelos de match; sinceramente, no esperaba hacerlo con dos puntos de ventaja”. Sobre su estado de ánimo tras perder la décima partida y acortar Kramnik diferencias en el marcador declaró: “El martes –jornada de descanso- estuve muy muy nervioso todo el día. Quería jugar a toda costa; por suerte, hoy (ayer) he podido conseguir las tablas que necesitaba para ganar el encuentro”. Un logro que no va a relajar a Anand, el jugador más veterano de la élite mundial, quien apostilló: “Este triunfo me va a dar alas”.
Kramnik, todo un caballero
La undécima partida recuperó a Anand para el buen ajedrez. En primer lugar acertó con la estrategia de juego, al optar con blancas por una apertura de peón de rey en vez de la de dama. Kramnik, por vez primera en mucho tiempo y tratando de jugar desesperadamente a ganar, tuvo que elegir la defensa siciliana en vez de las tranquilas y tablíferas defensa Petrov o defensa Berlinesa. Su ambición chocó con el buen juego del campeón, que sin demasiados problemas logró una posición ligeramente ventajosa. En la jugada 24 consiguió el ansiado medio punto y terminar definitivamente, si es que alguien tenía dudas, con los debates sobre quien era el legítimo poseedor de la corona.
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