¿Cuál es su árbol favorito? El mío es la sabina. Me gustan sus formas caprichosas, la sombra fresca que da en los chiringuitos en verano y que sea capaz de sobrevivir en condiciones extremas de sequía, salinidad y fuertes vientos.
Hago esta reflexión porque alguien totalmente obsesionado con las palmeras ha decidido llenar Barcelona de ellas. Ya las teniamos en las rondas y en muchas de las plazas duras, pero estaban más o menos aisladas y se combinaban con otros árboles.
El desfase ha venido con la reciente remodelación de la Plaça del Mar, el paseo marítimo y la nueva zona del hotel Vela, han plantado cientos de palmeras. En un par de kilómetros hay centenares de ellas y ninguna otra clase de árbol o arbusto. No se trata de palmeras datileras, que son más frondosas, sino palmeras de Florida, ésas que tienen un penacho triste y de un verde apagado mezclado a menudo con hojas secas. Como me dijo un taxista: “como un fregona vieja clavada en el suelo”.
El problema de estas palmeras, aparte de su fealdad, es que apenas dan sombra. Y eso, en la plaça del Mar y en el tramo del paseo Marítimo que va hasta el hotel Vela, es un gran problema, ya que en pleno julio, con el sol cayendo a plomo, no hay ni un lugar donde refugiarse en un tramo de casi un kilómetro. La plaça del Mar (lo he comprobado estos días) se convierte en un verdadero horno: antes de la remodelación en la plaza había tierra, que no se calienta tanto. Ahora han puesto esas losas de granito que ponen en todas las plazas duras de Barcelona y que al sol alcanzan temperaturas perfectas para freir un huevo.
Es muy agradable pasear por esa zona, sobretodo si uno va con niños pequeños o con gente mayor.
Seguramente, la persona que tomó la decisión de plantar cientos de palmeras en lugar de otros árboles que den sombra (y que resisten igual de bien la salinidad y la sequía, como los plátanos o los pinos, por poner dos ejemplos) no ha puesto un pie en la zona, o lo ha hecho en invierno, o lo ha hecho de noche. Seguramente se trata de alguno de esos arquitectos o urbanistas que cuando diseñan un proyecto ya se están imaginando la foto en las revistas y en las webs de arquitectura, en vez de pensar en los ciudadanos normales y corrientes que tendran que pasear por allí.
Y es posible, además, que alguien relacionado con el proyecto de remodelación tenga importantes intereses económicos en ciertas empresas proveedoras de palmeras. De lo contrario no se explica esta locura compradora de palmeras.
Palmeras que, según me aseguran, salen a no menos de 2000 euros por ejemplar, si se incluye el transporte de cada una.
Fuente original: Despilfarros
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