RAFAEL CARBONELL - Barcelona - 25/10/2008
Gaby Hernández (Barcelona, 1975), bicampeón del mundo de waterpolo con España en 1998 y 2001, acumula anécdotas sobre el cambio de vida que está experimentando en Khobar, una ciudad de Arabia Saudí en el golfo Pérsico. Allí llegó el pasado 8 de octubre para jugar la Liga nacional. El contacto con la sociedad árabe, con una aplastante mayoría islámica, no le ha dejado indiferente. "Llevo pocos días en Khobar, entre el desierto y las aguas del golfo, y por el momento se me hace difícil vivir aquí", cuenta por teléfono.
"En esta ciudad, de unos 300.000 habitantes, prácticamente no hay nada. Sus habitantes se pasan las horas orando", añade. Y narra dos ejemplos: "El segundo día me fui a un supermercado y de repente la gente desapareció. Pregunté qué pasaba. El encargado me tranquilizó: era mediodía y había que atender a las oraciones". Lo mismo le sucedió por la tarde. Una penuria para Gaby, que se fue al país del petróleo solo, sin familiares: "Por fortuna, en Bahrein, que está cercana a Khobar, hay de todo para un occidental".
Gaby volvió a experimentar las costumbres árabes al día siguiente en el primer entrenamiento en su nuevo club, el Kadsifak. Llegó puntual y sus compañeros no estaban. Eran las ocho de la tarde y el entrenador, serbio, del equipo le situó. "Irán llegando cuando terminen sus oraciones". Durante la espera, Gaby se dedicó a hacer largos de piscina en compañía de un jugador de Georgia. Son los únicos extranjeros.
Las sorpresas continuaron durante el ensayo con el grupo al completo y después de él. Al español le chocó que los árabes no utilizaran el típico bañador de nadador, sino que llevaran uno por encima de la rodilla. "No tienen prohibido usar el típico slip, pero se sienten más cómodos con uno más largo", explica Gaby. Lo que pudo comprobar al término del entrenamiento fue lo que ya le había advertido el club: "Prohibido ducharse desnudo". "Me dijeron que en la ducha no me sacara el bañador", explica; "en mi primera ducha de grupo, nadie estaba desnudo. Resultó extraño para mí, pero habrá que acostumbrarse sin más. Nada que ver con las bromas que nos gastamos en España".
Gaby conocía las experiencias de otros deportistas, futbolistas en concreto, que emigraron a países árabes por un buen puñado de dólares. "El waterpolo no mueve las cifras millonarias del fútbol", advierte; "aunque la oferta es importante, se trata de una aventura personal en la que voy a conocer y visitar diferentes países de la zona en distintos torneos". La aventura árabe no ha sido improvisada. Hace siete años, al final del Mundial de Fukuoka (Japón), en el que fue la estrella de la selección campeona, un empresario de Khobar llamado Naser -"un loco del waterpolo", subraya Gaby- le tanteó para jugar en Arabia. El español se negó. Estaba en la cima de su carrera y optó por fichar por el Pescara, italiano, que presidía Manel Estiarte. Desde entonces ha pasado por el Atlétic Barceloneta, el Spandau, alemán, y el Zaragoza. Santi Fernández, técnico del Barceloneta, señala que Gaby "es muy inquieto y le gusta cambiar". Lo rubrica el jugador: "En España ya no estaba motivado".
Mientras tanto, Hérnandez se adapta a la vida en Arabia, donde permanecerá ocho meses como jugador y entrenador personal del hijo, de 16 años, del presidente del club, el tal Naser. El objetivo del Khobar es disputar con garantías la Copa de Asia, en mayo, con la estrella española. La Liga árabe se juega en fases de dos meses. Entre medias, regresará a Barcelona: "Me tranquiliza porque me oxigenaré. Podré entrenarme con mis ex compañeros del Barceloneta y ducharme desnudo con ellos".
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