RAMÓN ÁLVAREZ (29-10-2007)
Los cien años mejor aprovechados del deporte catalán y español. Así podría definirse la larga trayectoria del Club Natació Barcelona (CNB), fundado por un grupo de amigos que encabezaba Bernat Picornell un lejano 10 de noviembre de 1907. Los datos hablan por sí solos: con un centenar largo de olímpicos en sus filas, el CNB es la entidad deportiva que más ha contribuido al olimpismo español. Nadadores, waterpolistas, saltadores, atletas, pelotaris, regatistas y hasta tiradores han nutrido las delegaciones olímpicas españolas desde Amberes'20. Desde Atlanta'96 el club abastece también a otras selecciones olímpicas, y tampoco faltan notables técnicos y árbitros internacionales. Los cenebistas no faltarán en Pekín. A nueve meses de la nueva cita, una decena de deportistas se prepara en las instalaciones del club para los Juegos. Para algunos serán los primeros; para otros, como Joan Jané, nuevo seleccionador de waterpolo femenino chino, serán los sextos.
Todo un siglo de intensa actividad deportiva no se entendería sin la capacidad de liderazgo que siempre ha impulsado al CNB, reinventándose constantemente, y sin una base social sólida y serena, capaz de asumir los retos deportivos que le han ido saliendo al paso sin renunciar al disfrute personal del deporte y el ocio en las instalaciones del club. “Desde nuestros inicios siempre nos hemos tenido que mover en ese difícil equilibrio de lo deportivo y lo social –explica Sebastià Millans, presidente del CNB–, porque nunca hemos dejado de ser un club dirigido al socio, que debe fomentar el deporte haciendo que el socio sea el primero en poderlo practicar”. De ahí que la paulatina profesionalización de deportes como la natación, el waterpolo o el atletismo, donde la entidad siempre ha sido pionera, pillase a contrapié a alguna junta directiva y provocase las únicas crisis de la entidad.
las necesidades de sus socios sin renunciar a la elite
“Son debates del pasado –explica Toni Esteller, desde hace 17 años entrenador del equipo de waterpolo del CNB–, porque entre todos hemos sabido encontrar el equilibrio entre lo social y lo deportivo sin renunciar a nada, y tanto en un ámbitocomo en el otro seguimos siendo una entidad puntera”. Tanto es así, que el Natació Barcelona si de algo no vive es de recuerdos, aunque le sobren. Sus cerca de 9.000 socios conforman su mejor sustento. Sus diez secciones deportivas, su mejor aval competitivo. De ellas, hoy sólo el waterpolo es profesional. “Por tradición”, explica Millans. El atletismo y la natación lo fueron, aunque el club apostó por el amateurismo, y no sin éxito: algunos de los que escriben hoy la historia deportiva de la entidad son totalmente amateurs, como el triatleta Paco Godoy o la nadadora Kiera Aitken, que esperan su pasaporte para Pekín.
Pero mucho antes de que otro catalán, Juan Antonio Samaranch, abriese las puertas olímpicas al profesionalismo y generase este debate en muchos clubs históricos, Picornell tuvo la ingente tarea de fomentar el amateurismo deportivo en España en las tres disciplinas acuáticas que entonces eran olímpicas: natación, saltos y waterpolo. En 1908 está documentado el primer partido de waterpolo. Un año después se celebró la primera Copa Nadal, la competición de natación decana de España. Y en 1910 el club empezó ya a formar su primera cantera con unos cursillos de natación pioneros y organizó la primera carrera popular que recorrió las calles de Barcelona.
E L D A T O
Un equipo acuático que hizo historia en la marcha
Los éxitos de la marcha española y catalana también se han escrito en buena medida en un club tan poco pedestre como el Natació Barcelona. Que Josep Marín, Valentí Massana, Mari Cruz Díaz, Reyes Sobrino, María Vasco o David Márquez llegasen a las filas del club se debe tanto a la tradición atlética del CNB, fundador de la Federació Catalana d'Atletisme, como a que el impulsor de la escuela de Viladecans, Marcos Flores, fuese un hombre del Barcelona. Don Marcos canalizaba a los chicos y chicas que aún sigue sacando de su improvisada escuela a la sección atlética del club. Formado en El Prat, Josep Marín también se acercó al municipio vecino y tomó la vía del Barcelona.
“En mi época de jugador, en los cincuenta y sesenta –explica Eugeni Asencio, el árbitro que hizo el juramento olímpico en el 92, ya con seis Juegos pitados– era impensable que nadie nos hiciese sombra en el waterpolo. Como era impensable que algún jugador abandonase su club de toda la vida”. El propio Esteller, cuando este deporte empezó a profesionalizarse y le llegaron ofertas de varios clubs, no dudó en descartar el Montjuïc, por aquel entonces rival directo del Barcelona. “El sentimiento pesa, y opté por el Catalunya, mucho más débil”, asegura. Aún hoy, Esteller defiende la identificación con un club como valor añadido de cualquier jugador o cualquier técnico.
“El Barcelona era el club, no había nada más allá”, explica otro histórico, Miguel Chillida. Jané, por su parte, no duda en hablar de “mi segunda familia, mi refugio. Me trajo mi madre para aprender a nadar. Desde entonces, siempre he sido cenebista, de los que llevan las siglas del club tatuadas”.
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1 comentaris:
TODOS CRITICAN PERO NINIGUNO APORTA SOLUCIONES NADA MAS SABEMOS CRITICAR.PETANCA
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